a. La primera lectura
Cuando nos encontramos como lectores frente a un texto, nuestra mente comienza a desplegar distintas redes semánticas de acuerdo a los códigos que vamos decodificando[1]. La decodificación se produce utilizando de una manera inconciente todo aquello que se ha metodizado, sólo como una forma de poder ser estudiado, comprendido y aprovechado, por y para las ciencias lingüísticas. Así, nuestro entendimiento reacciona positivamente cuando nos enfrentamos a un texto que respeta las normas de coherencia y cohesión, y negativamente cuando nos encontramos ante un texto incoherente, excesivamente fragmentado, etc.
La lingüística se encarga de estudiar varios aspectos del lenguaje. Desde la fonética, vale decir la sumatoria de sonidos particulares que conforman las palabras, hasta los textos en sí y el discurso. Cada área lingüística se especializa en un área del lenguaje, y pueden ser aplicables a una unidad textual, por lo que cabría pensar que los estudios deben hacerse por separado. En primer término, todo lo que corresponda a fonética, gramática, y así ampliándose hasta integrar más elementos y terminar analizando el texto mismo como unidad. Pero un lector cualquiera, un lector no experimentado que lee, digamos a modo de ejemplo, un cuento de menos de cien líneas publicado en gigantografía en los diez segundos que el tren se detiene en la estación, no realiza un análisis primero gramatical, luego semántico, luego pragmático. Por el contrario. La mente humana es capaz de desplegar simultáneamente todos los aspectos del lenguaje necesarios para entender un texto en los veinte segundos que dura esa primera lectura. Supongamos ahora que el mismo lector utiliza todos los días el metro. Que todos los días, cuando el tren se detiene en esa estación en particular, relee el cuento que leyó por primera vez semanas atrás. En este caso, el lector podrá hacer un análisis más profundo, fijando su atención en nuevos detalles no comprendidos en esa primera impresión. El lector podrá ir agregando a la interpretación de ese texto nuevos elementos, convirtiéndolo cada vez en algo más complejo y digno de atención, hasta que ya nada pueda sacarse de él.
b.1 El análisis
El presente trabajo no pretende hacer un análisis ordenado y claramente definido de los elementos del lenguaje. Se trata más de un acercamiento a la forma en la que nos enfrentamos con un texto a medida que vamos leyendo sus palabras, que vamos haciendo la asociación de un término leído líneas atrás con el término que cierra la historia. Se trata de armar y entender el puzzle que presenta el autor tal vez sin quererlo, puzzle que se hace más extenso y complejo tras una lectura atenta y detenida, y que no queda solo en los aspectos gramaticales y literarios del texto mismo, sino que son comprendidos y aprehendidos por cada lector de una forma diferente y particular.
Para efectuar dicha tarea, he escogido justamente un microcuento publicado en gigantografía en los muros del metro, y sometido diariamente a miles de juicios y evaluaciones distintos. El microcuento resulta interesante como género, porque es una forma real de dar cuenta que la comunicación en la literatura no se hace más o menos amplia de acuerdo a la cantidad de palabras que componen el texto, sino que por la correcta combinatoria de esas palabras. Por la utilización de estrategias lingüísticas y sobre todo por el contexto cultural en el que se presenta tanto el texto como sus lectores. La mejor forma de entender lo dicho, es con un ejemplo.
PENA REMITIDA[2]
"Deshojada quedó Margarita en el revuelo del patio del cité, bajo el abrazo del conviviente de su madre, cuando al cumplir ocho años, entre globos y reggaetón, él le susurró que la quería: mucho, si guardaba silencio; poquito, si se resistía; nada, si lo denunciaba."
Patricia Middleton, 2005.
b.2 Las redes inmediatas
El primer encuentro del lector con el texto marca varias pautas y cumple funciones importantes para la comprensión general del mismo. En primer término, nos presenta a la protagonista del cuento, Margarita. Lo que nos permite entender “Margarita” como una persona y no como el objeto, es su carácter gramatical. La ausencia de un artículo que anteceda a “Margarita” y el uso de la primera letra capital, nos indica que nos encontramos ante un nombre propio. La relación inmediata que efectúa el lector está dada por dos redes semánticas que se activan simultáneamente, estableciendo entre los nodos (conceptos) relaciones IS-A y HAS-A, vale decir, traduciéndolo al español, “es un” y “tiene un”, o de una forma más sencilla, relaciones jerárquicas bien definidas, lo que se ve graficado en la siguiente red de nodos:
Cuando nos encontramos como lectores frente a un texto, nuestra mente comienza a desplegar distintas redes semánticas de acuerdo a los códigos que vamos decodificando[1]. La decodificación se produce utilizando de una manera inconciente todo aquello que se ha metodizado, sólo como una forma de poder ser estudiado, comprendido y aprovechado, por y para las ciencias lingüísticas. Así, nuestro entendimiento reacciona positivamente cuando nos enfrentamos a un texto que respeta las normas de coherencia y cohesión, y negativamente cuando nos encontramos ante un texto incoherente, excesivamente fragmentado, etc.
La lingüística se encarga de estudiar varios aspectos del lenguaje. Desde la fonética, vale decir la sumatoria de sonidos particulares que conforman las palabras, hasta los textos en sí y el discurso. Cada área lingüística se especializa en un área del lenguaje, y pueden ser aplicables a una unidad textual, por lo que cabría pensar que los estudios deben hacerse por separado. En primer término, todo lo que corresponda a fonética, gramática, y así ampliándose hasta integrar más elementos y terminar analizando el texto mismo como unidad. Pero un lector cualquiera, un lector no experimentado que lee, digamos a modo de ejemplo, un cuento de menos de cien líneas publicado en gigantografía en los diez segundos que el tren se detiene en la estación, no realiza un análisis primero gramatical, luego semántico, luego pragmático. Por el contrario. La mente humana es capaz de desplegar simultáneamente todos los aspectos del lenguaje necesarios para entender un texto en los veinte segundos que dura esa primera lectura. Supongamos ahora que el mismo lector utiliza todos los días el metro. Que todos los días, cuando el tren se detiene en esa estación en particular, relee el cuento que leyó por primera vez semanas atrás. En este caso, el lector podrá hacer un análisis más profundo, fijando su atención en nuevos detalles no comprendidos en esa primera impresión. El lector podrá ir agregando a la interpretación de ese texto nuevos elementos, convirtiéndolo cada vez en algo más complejo y digno de atención, hasta que ya nada pueda sacarse de él.
b.1 El análisis
El presente trabajo no pretende hacer un análisis ordenado y claramente definido de los elementos del lenguaje. Se trata más de un acercamiento a la forma en la que nos enfrentamos con un texto a medida que vamos leyendo sus palabras, que vamos haciendo la asociación de un término leído líneas atrás con el término que cierra la historia. Se trata de armar y entender el puzzle que presenta el autor tal vez sin quererlo, puzzle que se hace más extenso y complejo tras una lectura atenta y detenida, y que no queda solo en los aspectos gramaticales y literarios del texto mismo, sino que son comprendidos y aprehendidos por cada lector de una forma diferente y particular.
Para efectuar dicha tarea, he escogido justamente un microcuento publicado en gigantografía en los muros del metro, y sometido diariamente a miles de juicios y evaluaciones distintos. El microcuento resulta interesante como género, porque es una forma real de dar cuenta que la comunicación en la literatura no se hace más o menos amplia de acuerdo a la cantidad de palabras que componen el texto, sino que por la correcta combinatoria de esas palabras. Por la utilización de estrategias lingüísticas y sobre todo por el contexto cultural en el que se presenta tanto el texto como sus lectores. La mejor forma de entender lo dicho, es con un ejemplo.
PENA REMITIDA[2]
"Deshojada quedó Margarita en el revuelo del patio del cité, bajo el abrazo del conviviente de su madre, cuando al cumplir ocho años, entre globos y reggaetón, él le susurró que la quería: mucho, si guardaba silencio; poquito, si se resistía; nada, si lo denunciaba."
Patricia Middleton, 2005.
b.2 Las redes inmediatas
El primer encuentro del lector con el texto marca varias pautas y cumple funciones importantes para la comprensión general del mismo. En primer término, nos presenta a la protagonista del cuento, Margarita. Lo que nos permite entender “Margarita” como una persona y no como el objeto, es su carácter gramatical. La ausencia de un artículo que anteceda a “Margarita” y el uso de la primera letra capital, nos indica que nos encontramos ante un nombre propio. La relación inmediata que efectúa el lector está dada por dos redes semánticas que se activan simultáneamente, estableciendo entre los nodos (conceptos) relaciones IS-A y HAS-A, vale decir, traduciéndolo al español, “es un” y “tiene un”, o de una forma más sencilla, relaciones jerárquicas bien definidas, lo que se ve graficado en la siguiente red de nodos:

De las dos redes, una corresponde a la flor (1) y otra al nombre (2). El reconocer en “Margarita” a una MUJER, por las características gramaticales ya mencionadas, debería eliminar la red de MARGARITA (1), pero el adjetivo “deshojada” que se le atribuye al sujeto de la oración, evita que la red semántica del objeto sea desactivada, puesto que se trata de un adjetivo atribuible gramaticalmente a un sustantivo común y no a una mujer: margarita –la flor- es el sujeto lógico de “deshojada”. Así, ambas redes se mantendrán activadas por blending a lo largo de todo el texto, sumándosele una tercera a medida que la narración avanza. Esta tercera red corresponde a la desplegada en torno MARGARITA DESHOJADA, remitiéndonos al juego infantil, pero si se llegara a ver activada en la primera etapa de lectura (primera oración) se inactiva con las oraciones siguientes, para volver a activarse al ser contextualizada con las frases finales. La prosopopeya utilizada en este caso le da una connotación profunda a MARGARITA, que no será entendida hasta la última palabra y que ha de relacionarse, además, con el título. Otra figura literaria que nos permite hacer y mantener la red sintáctica de MARGARITA (1) es el hipérbaton utilizado en esa primera frase, otorgándole un lugar importante al adjetivo; lo suficientemente importante como para poder retomarlo al final del cuento (el orden gramatical lógico de la frase en castellano corresponde a sujeto+verbo+complementos, por lo que aplicado al texto sería: Margarita quedó deshojada).
b.3 La particularidad de las palabras
El próximo punto en el que vale la pena hacer una detención es la palabra “cité”. Por razones prácticas he dejado pasar “revuelo”, puesto que la retomaré más adelante, cuando su significado se vea definido por el contexto. En Chile y Latinoamérica en general, se ha castellanizado la palabra “cité”, correspondiente a “ciudad” o “urbe” en su idioma original, el francés, para denominar a cierto tipo de vivienda colectiva edificada y diseñada para obreros, como contramedida a lo insalubre de los conventillos de la época. Se trató de una forma económica dirigida a la clase media, consistente en varias casas de fachada continua con espacio común destinado a acceso y recreación de los inquilinos. CITÉ tiene en sí mismo una connotación social y económica, puesto que define la posición utilizada por sus habitantes en la escala de jerarquías, aportando un elemento importante. Si “el patio del cité” hubiese sido reemplazado por “el patio de la casa”, nada en el cuento nos hubiese hecho entender una clase socioeconómica específica, puesto que la convivencia pre-marital que establece la frase “bajo el abrazo del conviviente de su madre” no define hoy en día a una clase social determinada.
“Cuando al cumplir ocho años” nos entrega más de lo que parece a simple vista. El saber que la niña cumple ocho años le otorga verosimilitud al cuento. En este punto se entrega otro elemento que justificará la activación de esa tercera red semántica ya mencionada, y es el del juego de azar infantil de “me quiere mucho, poquito, nada”. Poco a poco se va completando el cuadro. Ya sabemos que Margarita no es sólo una mujer, sino que se trata de una niña de ocho años, edad en la que el juego es comúnmente practicado no solo en los países de habla hispana, sino que en distintos idiomas y con las variaciones correspondientes según el mismo. Sin embargo, la red aún no se activa, y no lo hará hasta que nos encontremos con las palabras utilizadas en el canto en idioma español: me quiere mucho, poquito, nada.
b.4 El extranjerismo
La frase “entre globos y reggaetón” tampoco es gratuita. En primer término, es una imagen rica para la atmósfera general del cuento. Completa la escena en varios aspectos. Ahora sabemos que al cumplir ocho, se estaba celebrando una fiesta, con música y elementos decorativos. Ahora le damos todo el significado a la palabra “revuelo”, leída unos segundos atrás. Le otorgamos una connotación debido a ese contexto que termina de dibujar el ambiente. “Reggaetón” connota a su vez varios elementos. En primer lugar, define una época, o al menos, la limita. Acá entra ese aspecto generacional que delimita tanto el habla como el conocimiento de nuevos conceptos. Probablemente un anciano, alguien que no tiene conocimiento de la “música de moda” que se establece a partir del 2003 en adelante, no comprenderá de inmediato que el reggaetón corresponde a un tipo de música de tales y cuales características. Además la palabra es nueva en dos sentidos. El primero de ellos, es el del proceso de entremezclado[1] que permite su creación, y que se genera por la fusión de “reggae” y “maratón”, debido a que el género nace a partir de maratones de reggae en la isla de Puerto Rico, el que se fue desvirtuando y mezclando con algo de hip hop y música tropical, hasta terminar convirtiéndose en un nuevo estilo.[2] El segundo punto está dado más por la morfología de la palabra que por lo que encierra el concepto. Sabemos que la palabra que da pie a la creación de “reggaetón”, es “reggae”. El término se ha castellanizado en sus dos niveles. En los países de Latinoamérica, y sobre todo en los países de habla hispana centroamericanos, se habla de “regue” en reemplazo del extranjerismo[3], y por tanto “reggaetón” -que de ser respetado a cabalidad como un termino extranjero sería reggae+thon- también se ha adaptado a “reguetón”. A partir de esto puede resultar interesante descubrir si se trata de un acto deliberado del autor, o si no es más que una coincidencia, o probable desconocimiento del término castellanizado.
b.5 La connotación
En el siguiente punto que he de analizar sucede algo particular. Ciertas palabras tienen una carga especial en su significado, dependiendo tanto del lector (receptor) como del contexto. Así, pasamos del revuelo, del barullo, los globos, la música y el desorden natural de una fiesta infantil, a un nuevo centro de atención. Al personaje que nos remite esa anáfora (él), y que adquiere en esta instancia el mayor nivel de complicidad con la niña: el susurro. El susurro que se intensifica por que llegamos a él en una especie de zoom-in que nos arrastra desde el más absoluto ruido, al murmullo casi imperceptible. El contexto que le precedía le otorga mucho a la palabra en este sentido, la que se recarga a su vez de un sentido negativo, criminal, con el contexto que le sucede. Además le susurra, ni más ni menos, que la quiere. De aquí en adelante se despliega esa tercera red mencionada con anterioridad. Una Margarita deshojada, a la que se le susurra, en una especie de canto infantil, que se la quiere tal vez mucho, tal vez poquito, tal vez nada.
b.3 La particularidad de las palabras
El próximo punto en el que vale la pena hacer una detención es la palabra “cité”. Por razones prácticas he dejado pasar “revuelo”, puesto que la retomaré más adelante, cuando su significado se vea definido por el contexto. En Chile y Latinoamérica en general, se ha castellanizado la palabra “cité”, correspondiente a “ciudad” o “urbe” en su idioma original, el francés, para denominar a cierto tipo de vivienda colectiva edificada y diseñada para obreros, como contramedida a lo insalubre de los conventillos de la época. Se trató de una forma económica dirigida a la clase media, consistente en varias casas de fachada continua con espacio común destinado a acceso y recreación de los inquilinos. CITÉ tiene en sí mismo una connotación social y económica, puesto que define la posición utilizada por sus habitantes en la escala de jerarquías, aportando un elemento importante. Si “el patio del cité” hubiese sido reemplazado por “el patio de la casa”, nada en el cuento nos hubiese hecho entender una clase socioeconómica específica, puesto que la convivencia pre-marital que establece la frase “bajo el abrazo del conviviente de su madre” no define hoy en día a una clase social determinada.
“Cuando al cumplir ocho años” nos entrega más de lo que parece a simple vista. El saber que la niña cumple ocho años le otorga verosimilitud al cuento. En este punto se entrega otro elemento que justificará la activación de esa tercera red semántica ya mencionada, y es el del juego de azar infantil de “me quiere mucho, poquito, nada”. Poco a poco se va completando el cuadro. Ya sabemos que Margarita no es sólo una mujer, sino que se trata de una niña de ocho años, edad en la que el juego es comúnmente practicado no solo en los países de habla hispana, sino que en distintos idiomas y con las variaciones correspondientes según el mismo. Sin embargo, la red aún no se activa, y no lo hará hasta que nos encontremos con las palabras utilizadas en el canto en idioma español: me quiere mucho, poquito, nada.
b.4 El extranjerismo
La frase “entre globos y reggaetón” tampoco es gratuita. En primer término, es una imagen rica para la atmósfera general del cuento. Completa la escena en varios aspectos. Ahora sabemos que al cumplir ocho, se estaba celebrando una fiesta, con música y elementos decorativos. Ahora le damos todo el significado a la palabra “revuelo”, leída unos segundos atrás. Le otorgamos una connotación debido a ese contexto que termina de dibujar el ambiente. “Reggaetón” connota a su vez varios elementos. En primer lugar, define una época, o al menos, la limita. Acá entra ese aspecto generacional que delimita tanto el habla como el conocimiento de nuevos conceptos. Probablemente un anciano, alguien que no tiene conocimiento de la “música de moda” que se establece a partir del 2003 en adelante, no comprenderá de inmediato que el reggaetón corresponde a un tipo de música de tales y cuales características. Además la palabra es nueva en dos sentidos. El primero de ellos, es el del proceso de entremezclado[1] que permite su creación, y que se genera por la fusión de “reggae” y “maratón”, debido a que el género nace a partir de maratones de reggae en la isla de Puerto Rico, el que se fue desvirtuando y mezclando con algo de hip hop y música tropical, hasta terminar convirtiéndose en un nuevo estilo.[2] El segundo punto está dado más por la morfología de la palabra que por lo que encierra el concepto. Sabemos que la palabra que da pie a la creación de “reggaetón”, es “reggae”. El término se ha castellanizado en sus dos niveles. En los países de Latinoamérica, y sobre todo en los países de habla hispana centroamericanos, se habla de “regue” en reemplazo del extranjerismo[3], y por tanto “reggaetón” -que de ser respetado a cabalidad como un termino extranjero sería reggae+thon- también se ha adaptado a “reguetón”. A partir de esto puede resultar interesante descubrir si se trata de un acto deliberado del autor, o si no es más que una coincidencia, o probable desconocimiento del término castellanizado.
b.5 La connotación
En el siguiente punto que he de analizar sucede algo particular. Ciertas palabras tienen una carga especial en su significado, dependiendo tanto del lector (receptor) como del contexto. Así, pasamos del revuelo, del barullo, los globos, la música y el desorden natural de una fiesta infantil, a un nuevo centro de atención. Al personaje que nos remite esa anáfora (él), y que adquiere en esta instancia el mayor nivel de complicidad con la niña: el susurro. El susurro que se intensifica por que llegamos a él en una especie de zoom-in que nos arrastra desde el más absoluto ruido, al murmullo casi imperceptible. El contexto que le precedía le otorga mucho a la palabra en este sentido, la que se recarga a su vez de un sentido negativo, criminal, con el contexto que le sucede. Además le susurra, ni más ni menos, que la quiere. De aquí en adelante se despliega esa tercera red mencionada con anterioridad. Una Margarita deshojada, a la que se le susurra, en una especie de canto infantil, que se la quiere tal vez mucho, tal vez poquito, tal vez nada.

Creo que no es necesario explicar demasiado la red, puesto que ya he planteado la relación en varias oportunidades. Sin embargo, es importante destacar ciertos conceptos que se incluyen en ella, como lo son el azar y la superstición. El juego implica no solo la suerte del pétalo que toque (las margaritas cuentan con esa característica especial de poseer un número no definido de pétalos para la especie), sino que la creencia de que el juego es efectivo; la superstición por parte de quien lo efectúe.
b.6 La universalidad
Se podría pensar que al tratarse de un juego popular, el cuento solo funcionaría en nuestra lengua y hasta en nuestra sociedad. Sin embargo, se trata de un juego tan común como universal, y si bien se encuentran en él pequeñas variantes, el sentido, que es lo importante para el texto, se mantendría en una traducción textual, aunque no a cabalidad. En inglés, por ejemplo, no se entendería por exceso de elementos y en francés por ausencia de los mismos[1].
Para poder entender de cierto modo cómo se hace la asociación, debemos retomar los elementos ya expuestos. Entendemos a Margarita niña y a margarita flor. Entendemos un susurro a Margarita-niña que en sí mismo no se relaciona con margarita-flor. No es más que un te quiero mucho, poquito o nada. Si reemplazáramos por sinónimos, por ejemplo, te estimo harto, no demasiado y nada, se entendería el cuento en su nivel más básico porque no se harían relaciones directas con el juego. Alguien que no conoce el juego alcanza a entender el cuento a nivel argumentativo pero no a nivel conceptual. Y se pierde. Ese “deshojada” sería comprendido solo en relación al alcance de nombres entre la niña y la flor, y al no trascender para la importancia general del cuento, sería olvidado rápidamente, a menos que se haga el error interpretativo al que me referiré más adelante.
b.7 Regreso al inicio.
Lo que se produce a partir de este punto (“le susurró que la quería: mucho, si…”) no merece tal vez ser analizado individualmente, puesto que solo funciona si se le considera como una unidad; Así, volviendo al ejemplo de el reemplazo por “te estimo harto…”, etc, se evidencia que solo se comprenderá mientras su estructura, puesto que se trata de un modismo, no sea modificada. Ahora bien, si se intenta analizar los elementos por separado, lo único que significa un aporte es aquello que no viene originalmente inserto en ese modismo. Se podría decir que el complemento que sucede al adjetivo de cantidad en todos los casos[2] es también una forma efectiva de perfilar al personaje, además lograr la intención que he venido recalcando a lo largo de todo el trabajo; vale decir, que el lector sea capaz de relacionar los nombres con el juego infantil. Es una forma efectiva de perfilar al personaje porque, independiente de la intención del autor, entendemos que el hombre podría haber sencillamente abusado de Margarita, pero sin embargo ocupa esta especie de artimaña que la niña entenderá porque al menos la primera parte de las palabras susurradas le suenan familiares, y que le permitirá tener, a fin de cuentas, una “pena remitida”, tal como lo dice el título. Remitir una pena quiere decir “Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación[3]”, lo que siguiendo la lógica de la misma definición, nos dice que la obligación de ese crimen ha sido perdonada o eximida. No quiere decir que se le haya declarado inocente ni mucho menos. Quiere decir que una culpa existente fue levantada o reemplazada. Ahora, entendemos (o inferimos) que ese crimen no ha sido necesariamente juzgado. Que esa pena jamás fue declarada. Que a Margarita, junto con arrancar el pétalo, la han querido mucho.
c. El error interpretativo.
A veces como lectores cometemos inconcientemente errores. Inferimos ciertas cosas en el proceso comunicativo, porque creemos que es lo que el emisor pretende que hagamos. Llevándolo al texto, se podría decir que erramos al tratar de encontrar la noción de intencionalidad[4] del autor, otorgándole a las palabras un sentido que no tienen. Es común escuchar esa crítica -medio en broma, medio en serio- de los escritores, quienes dicen que los análisis de sus obras son siempre más profundos de lo que ellos pretendieron decir. Que uno se pierde en cosas que el autor jamás imaginó, jamás intentó decir, y las que no habían notado hasta que un tercero da vuelta sus textos a más no poder. Una vez entendido que el lector infiere ciertas cosas de un texto, se está reconociendo que en esa inferencia existe muchas veces el error. Se produce una mala lectura. Eso es lo que me sucedió en el proceso de análisis y elaboración del presente trabajo, y creo que vale la pena intentar explicar las razones por las cuales caí en el error y un posible lector podría hacerlo.
Decía en un principio que lo primero que hacemos en el texto es encontrarnos con un “deshojada” que le está otorgando una característica no a una flor, sino que a una niña. Para la Real Academia Española “deshojar” significa “quitar las hojas a una planta o los pétalos a una flor”. Cuando terminé de leer el cuento, una de las relaciones que hice fue la de esa primera palabra y la situación final. Pensé: se trata de una margarita deshojada, entonces la niña ha perdido su virginidad. “Deshojar” no solo quiere decir arrancar las hojas, sino que significa también arrancar los pétalos. Además de la referencia al juego en sí, le di al adjetivo una connotación más profunda, que a fin de cuentas era errada. Si bien una connotación no debería ser errada puesto que depende de la situación de cada lector, y a fin de cuenta las relaciones que establezca cada uno de acuerdo a lo subjetivo de su individualidad son validas, la connotación que le di a la palabra nació del error mismo, así es que podría considerarse equivocada. La lógica que me llevó a pensar que, que Margarita haya sido deshojada, se relaciona directamente con la pérdida de su inocencia y su virginidad, se produjo por una confusión tanto morfológica como de significado. Relacioné “deshojar” con “desflorar”, dos palabras que comparten una construcción morfológica muy similar. Sin embargo, el elemento del significado es el de más peso a la hora de caer en la equivocación, sobre todo porque ambas palabras se relacionan con el mismo concepto; con el concepto de flor. Una niña que ha sido desflorada es, en castellano y en varias otras lenguas, alguien que ha sido “desvirgada”.
El razonamiento se completa si agregamos la intencionalidad que como lectora atribuí al texto (y por tanto, al autor), sobre todo por la denuncia del crimen que no se refiere, pero sí se infiere. Si bien llegamos a lo mismo, al crimen supuestamente consumado, éste no depende de que esa primera palabra fuese “deshojada” o “desflorada”. Con ambas se evidencia un crimen de algún tipo sexual, puesto que en todo caso, ese “deshojada” se refiere a un estado posterior al encuentro de la niña con el hombre, lo que quiere decir que “algo sucedió”, independiente del nivel que ese “algo” haya alcanzado, aunque “desflorada” nos hubiese dado la certeza de cómo termina todo, algo que “deshojada”, por cierto, no hace[5]. Aún así, sin importar si haya guardado silencio, si se resistió o si lo denunció; sin importar si la quiso mucho, poquito o nada, todo parece indicar que el resultado fue el mismo. Que tanto Margarita como margarita quedaron deshojadas.
Conclusiones
Hemos visto entonces cómo el cuento va siendo descifrado en una sumatoria de todas las áreas que estudia la lingüística. Existe en algunos casos análisis morfológico, semántico, pragmático, gramatical, y todos se van dando de forma simultánea para desembocar en una comprensión general de lo que hemos leído. Hemos visto además que el texto, dependiendo de los conocimientos del lector, recibe interpretaciones más profundas o superficiales. Este caso en particular se trata de un texto que se muestra en todos sus niveles debido a la inferencia que hace el lector. El texto no refiere el juego propiamente tal, ni si Margarita fue violada o no. El cuento jamás refiere en sus líneas a una flor que ha sido despojada de sus pétalos, a una clase social específica, a una disposición especial de la niña ante las exigencias del conviviente de su madre. Todo lo que podamos sacar del texto, y lo que hace que sea algo entretenido y especial, se debe a la inferencia del lector, y esta se define, además, por el contexto en el que ese lector se ha desarrollado. El cuento jamás nos dice qué sucede después de que el le susurra, aunque lo anticipe. Pero no podríamos saber si el hombre fue descubierto antes, si algo lo detuvo, si la niña salió corriendo. Es la palabra inicial, “deshojada”, la que cobra nuevamente vida al final de la narración, y la que nos permite inferir algo sucedió más allá de ese susurro.
Es importante destacar además que el cuento ha sido escrito para un contexto en especial, el certamen de “Santiago en 100 palabras”, por lo que va dirigido a un público usuario del metro, en su mayoría conocedores de varios de los aspectos a los que nos enfrentamos en la lectura. En primer lugar, está hecho para los chilenos que diariamente utilizan el medio de transporte, quienes a su vez corresponden, en su mayoría, a generaciones que entienden el término reggaetón, que saben lo que es el cité, que son capaces de comprender el cuento. Gente común que lee en esos diez segundos, un cuento tamaño gigante en la pared de la construcción subterránea.
Bibliografía
Akmajian, Adrian. “Lingüística : una introducción al lenguaje y la comunicación”, Alianza
Diapositivas entregadas en clases.
Fuentes Electrónicas
Diccionario de la Real Academia Española
http://www.rae.es/
Revista Plagio
http://www.plagio.cl/plagio/stgoversiones.htm
Reguetón
http://www.deperu.com/regueton.
[1] En inglés el juego es también practicado con margaritas, llamadas Daisy, pero sólo se hace con “he loves me, he loves me not”. En francés es mas extenso aún: Il m'aime un peu, il m'aime beaucoup, il m'aime passionnément, il ne m'aime pas du tout.
[2] “mucho, si guardaba silencio; poquito, si se resistía; nada, si lo denunciaba”
[3] Diccionario de la Real Academia Española.
[4] Según el modelo de De Beugrande & Dressler
[5] “Deshojada” como adjetivo de “niña” podría decir muchas cosas... triste, ultrajada, abusada, manoseada, pero no significa necesariamente violada.
[1] Akmajian, Adrian. “Lingüística : una introducción al lenguaje y la comunicación”, Alianza , 1995p 151
[2] Fuente Orígenes del Reguetón: http://www.deperu.com/regueton.
[3] Sostengo que “reggae” es un extranjerismo proveniente del inglés, debido a su origen, a su estructura y fonética. Sin embargo, la Real Academia Española ha terminado por aceptarla como parte de la lengua.
[1] Según el modelo de redes semánticas de Collins y Quillian.
[2] Middleton, Patricia. Revista Plagio, Junio del 2005.
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